Charlie, cuando la historia calla y la danza habla

Charlie, cuando la historia calla y la danza habla. El salón se sume en la oscuridad de un espectáculo que dormita. Las pestañas del teatro se abren. Se escucha un pitido intermitente. Todos los móviles están en silencio. Viene del escenario. Algunos asistentes sonríen, lo han reconocido. Una cuenta atrás propia del cine de los ochenta traslada al espectador más allá de su butaca. ¡Qué comience el espectáculo!

Es 1 de noviembre y, después de 9 años desde su estreno, por fin pisa el Cervantes Charlie obra de la Compañía de Danza de Fernando Hurtado. Chaplin se reencarna en la figura de Inma Montalvo, Leticia Gude, Raúl Durán, Carlos Bahos y Fernando Hurtado para volver a llenar el escenario de sentimientos, humor y expresividad. Una obra premiada a Mejor Espectáculo de Danza en FETEN 2012 en Gijón y Finalista de los Premios Max Mejor Espectáculo Infantil 2014.

Un marco de camerino desciende levitando desde una altura incierta. Seguro que los espectadores de primera fila son capaces de descifrarla. Pero la expresividad de Fernando Hurtado al mostrar a los allí presentes su transformación en Chaplin se puede disfrutar desde todos los puntos del teatro. Solo hace falta un poco de pintura blanca para la cara, y el inconfundible bigote. Con un atrezzo muy casero y sacado del propio bolsillo de la compañía, el espectáculo habla por sí solo.

Entran en escena los 5 bailarines y con una coreografía con mayor sincronía que la de un reloj con el tiempo hacen un breve repaso entre las escenas más destacadas de la vida cinematográfica del actor inglés, acompañados de un vestuario propio de época.

La fábrica de Tiempos Modernos, la vaca en el patio de la casa o el cuadrilátero de Chaplin y Keaton. Todo cabe en el escenario. Sí, porque no solo hay sitio para bailar sino también para cantar. Algunas de las escenas recreadas vienen acompañadas por las intervenciones de Leticia Gude y Carlos Bahos que sorprenden al cantar en directo.

Se sabe que Charles Chaplin siempre fue reacio a poner voz en sus películas porque restaban valor a la capacidad de contar las historias. Pero ambos intérpretes son capaces de completar esta obra para que no quede forma de expresión sin puntilla.

La danza contemporánea adquiere la técnica propia del cine mudo, donde cada movimiento se representaba con un sonido, aunque no se sabe hasta qué punto es al revés. En cada número parece que los bailarines son los que guían a la música, que sabe en cada momento qué banda sonora poner a los sentimientos que cobran vida a través de cada movimiento. Amplitud, control del escenario, dinámicas de suelo, portés, dúos, solos, tríos y cuartetos.

Llegados a este punto parece que está todo visto, pero Fernando Hurtado en calidad de coreógrafo vuelve a sorprender con un dúo a foco descubierto. Luces apagadas, una chaqueta y dos hombres. No hace falta contar nada más. No hace falta poner voz a las películas. No hace falta poner voz en el teatro. Porque lo que la historia calla, la danza lo habla.

Ana Somavilla Morilla
Crónica de Charlie en el Teatro Cervantes

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